A principios de la década de los 90, la mujer que denuncia el caso de violación de manera pública, y de la cual se preservó su identidad, y llamaremos M, tenía 11 años y trabajaba en los quehaceres domésticos en una casa de familia, en la localidad cordobesa de Sampacho.
Los dueños le tenían “mucha confianza” y antes de partir rumbo a unas vacaciones le dejaron la llave de la vivienda, para que pudiera darle “agua y comida a los perros”.
“Cuando estaba en el patio siento que entra alguien y veo que era el cura".
Lo saludo y me preguntó si estaba sola. Le dije que sí, y se fue para adentro de la casa. Cuando termino todo y me quiero ir, encuentro la puerta con llave”, recordó M, en diálogo con Radio Libertad, de Sampacho.
La mujer, hoy adulta, con hijos y nietos, precisó: “El cura me tomó con fuerza, me empezó a besar, me tocaba, me bajó la bombacha y me violó. Yo tenía 11 añitos. "Cuando pasó todo, salgo disparando y llego a mi casa".
Mi papá me pregunta que pasó porque tenía las piernas llenas de sangre. En medio del llanto y la conmoción la niña les gritó: “Pinamonti me violó”.
“Mi mamá me limpió y fuimos a la Policía donde hicieron la denuncia por violación. Después me enteré que nunca estuvo preso, que lo llevaron a Achiras. Eso es todo lo que hicieron. Mi papá habló también con la señora de la casa y ella le dijo que (Héctor) Pinamonti era un santo”, se lamentó.
Al tiempo, decidieron abandonar el pueblo y se radicaron en otra Provincia.
Los padres de A perdieron casi todos sus bienes y quedaron sin ingresos.
“Cuento mi historia para que otras personas que hayan pasado por este cura pedófilo se animen a hablar. Yo viví una vida desgraciada y mis hijos pagaron por eso. Ellos nunca entraron a la Iglesia. Hay curas que son muy buenos, pero para mi la Iglesia es el horror, a mi me arruinó la vida para siempre”, afirmó.
La víctima destacó que el sacerdote Pinamontti, que fue condenado en juicio canónico por el abuso sexual de otra mujer, “fue trasladado a Achiras y la denuncia en la policía quedó en la nada”.
“Éramos pobres, vulnerables. No podía hacer más nada porque era el señor cura del pueblo. ¿Qué íbamos a hacer contra el señor santo de la Iglesia?.
Yo siento que son todos iguales, porque lo encubrieron. Sabían y lo mandaron a Achiras. A lo mejor hay víctimas allá también. No sé para qué toman los hábitos con esas cosas en la cabeza, agarran cualquier niña desamparada”, aseveró. A.
Destacó que a sus hijas “no las dejé entrar nunca a una Iglesia” y señaló que “si fueron bautizadas fue porque mi mamá las llevó”. “No quiero que entren allí, me da miedo, quede marcada para toda la vida”, expresó por último.